Eva Peñafiel es nuestra responsable de comunicación y marketing online, y una enamorada de Japón. Ya ha ido tres veces y dice que quiere volver, y siempre que puede investiga y aprende cosas nuevas sobre esta cultura que le fascina. Hace poco se apuntó a un taller de gyotaku que impartía Jaume Salvadiego en el centro cultural Casa Planas, y vino muy emocionada. Por eso, cuando le tocó organizar su taller en el mes de junio no tuvo ninguna duda y preparó una clase para que todos aprendiéramos la técnica del gyotaku.

Gyotaku viene de “gyo” que significa pez y “taku” que significa frotar, y es un tipo de grabado natural que utilizaban los pescadores japoneses para tener un registro de sus mejores piezas. Antiguamente impregnaban la pieza en tinta para posteriormente estamparla en un trozo de tela o de papel.

El plan inicial del taller era ir a casa de Eva a aprender la técnica, visitar el mercado municipal de Camp Redó, ese gran desconocido, y comer una paella en la terraza. Pero finalmente no se pudo, aunque no hubo problema porque pudimos trasladar el taller al estudio.

Para la realización de la técnica utilizamos papel de arroz, tinta china, pinceles y pescado. En esta ocasión experimentamos con una lubina y una cabeza de merluza, y el resultado no quedó nada mal. La técnica es muy sencilla y consiste en pintar toda una cara del pescado con la tinta china y luego colocar cuidadosamente el papel encima para que quede marcado el dibujo.

Lo más bonito de esta técnica es conseguir que queden bien definidas las texturas del animal, y para ello sólo hay un secreto: práctica, práctica y práctica.

Entre un pescado y el siguiente hicimos una parada para ver a Adela y Alfonso en el café Canamunt, donde casi cada día merendamos. Bueno, nosotros berendamos. Nos comimos nuestros llonguets y volvimos al ataque.

Y poco más. La paella quedó pendiente y también la visita al mercado, pero pasamos un buen rato juntos y todos nos llevamos un recuerdo a casa.